top of page
  • Foto del escritorAmai

Tiempo de energía y de conexión

Un tiempo con nosotros mismos que nos hace pensar, ¿estamos tan presos como pensamos?



Las tardes en la soledad de mi cuarto ya se volvieron habituales. Las mañanas las paso durmiendo o, cuando me levanto, en la cocina.


Estoy sentada en la mesa del comedor, frente a la computadora que es una de mis grandes compañías desde que empezó el aislamiento.


Mi lugar de tareas cuando era chica siempre era la cocina mientras miraba alguna de las novelas de Cris Morena y tomaba una chocolatada con galletitas. Ahora, mi lugar de estudio es un escritorio medio improvisado que instalé en mi pieza porque no tenía uno y, al notar que esto venía para largo, opté por inventarme un lugar para estar tranquila.


A mi “oficina”, como llamo a la tabla con patas que me permite estudiar, lo ubiqué abajo de la ventana que da a la terraza para poder ver un poco el Sol y estar en contacto con el afuera.


Las rejas que veo delante mío cuando me siento allí están siendo testigo de ocurrencias que jamás se habían cruzado por mi cabeza antes. O sí, pero nunca me animé a concretarlas. El enrejado que desde el primer día de este aislamiento me hace sentir presa es el mismo que me hace empezar las jornadas con optimismo pensando que falta un día menos para volver a vivir en libertad.


Siguiendo con lo que significa la cuarentena, como ya lo dije cuando mi amada murga me lo hizo relatar, debo admitir que me agarró bastante mal parada. Tenía muchos proyectos que, después de un año dificilísimo en el que pensé en dejar todo y no esforzarme en nada más, quise por fin emprender, ganas de empezar el último año de facultad, ensayos a los que me sobraban ganas de asistir, canciones que anhelaba cantar con mis compañeros murguistas después de las vacaciones. Sin embargo, no pude llevar a cabo (casi) ninguna de estas.


Indudablemente no estaba en mis mejores días cuando Alberto dictó el aislamiento preventivo y obligatorio. Los primeros fueron horribles: no encontraba, en mi propia casa, un lugar en donde sentirme cómoda; no sabía qué actividades hacer para que el día pase y así irme a dormir para que al siguiente se repita lo mismo, es como vivir la vida en “loop”; me volvía loca la idea de pasar tanto tiempo sin ver a mis primos, a mis sobrinos, a mi novio, a mis tíos, a mis hermanos o a mis amigos; tenía miedo a tener que posponer el tan esperado último año facultativo; la incertidumbre me atacaba por todos lados preguntándome cómo iba a hacer para convivir con mi familia tanto tiempo. Pero creo que lo más feo, eso que tanto me asustó, fue la idea de estar tanto tiempo conmigo misma. Eso que retrasé tanto tiempo llegó y no tenía idea de cómo hacerle frente.


Sin embargo, esto último no salió tan mal. Tal vez tuve que tocar fondo para empezar a subir, pero funcionó. Me fui encontrando, recordé facetas que había olvidado por completo, conocí otras que no sabía que las tenía.


Por suerte, la vida hace nueve meses me puso una compañera de cuatro patas al lado. ¿O atrás? Y digo atrás porque a cada rincón que voy, siento esas patitas siguiéndome y me llenan la barrita de felicidad. Se llama Capitana. Todo el mundo me pregunta si su nombre es por Marvel, pero es difícil y largo explicar que no, que es por Lisandro López, el tan amado capitán de Racing. También tengo que aclarar que no, que le puse así porque mi hermano me ganó de mano y le puso “Licha” a su mascota.


Capi es mi mano derecha. Es la que con cada lengüetazo me confirma que vino para cambiarme la vida. Hoy es la que me despierta a las 7 de la mañana para que le abra así puede salir al patio, hacer lo suyo y volver a entrar; también la que me viene a despertar cuando se me pasa la hora y me quedo dormida. Creo que estar tanto tiempo con ella es una de las cosas que más rescato de todo esto, pero no puedo evitar pensar en qué vamos a hacer, las dos, cuando yo retome mis clases presenciales en la ciudad de la Bandera y tenga que dejarla en casa cada semana. Es raro decir esto, pero como viene la mano, es probable que este año no vuelva a ir para allá. Ojalá que sí.


Por otro lado, el día a día se hace llevadero aunque por momentos intenso. Al levantarme veo las caras de mi papá, mi abuela y mi mamá. Con esta última siempre fue poco habitual cruzarnos desde temprano, ya que siempre trabajó hasta las 4 de la tarde y las mañanas que comparto con ella, si nos levantamos, son sólo las de los fines de semana. Como toda madre e hija, tenemos nuestros días. Aunque cuando aparece con la idea de hacer panqueques, una torta o cualquier cosa que tenga que ver con la repostería, ahí estamos, ella cocinando y yo sacándole fotos. Momentos hermosos que antes no compartíamos por la vorágine de la vida cotidiana.


Un momento hermoso como el de salir a hacer un mandado que, hoy, es toda una hazaña. La cabeza se está entrenando porque hay que ir a comprar pensando en no olvidarnos nada para no volver a salir. Llevar el barbijo, que me empaña la vista por el uso de los anteojos, me hace más torpe de lo normal. No encuentro explicación lógica.


Aunque hay ciudades donde se está flexibilizando la cuarentena, el municipio de San Nicolás sigue pidiendo las mismas prevenciones que al principio. Así que, cruzarse con algún vecino en el súper o en la verdulería para charlar un rato será el máximo contacto humano que tendremos fuera de casa. Al fin y al cabo, escuchar otras voces hace que se renueve la energía.


Al volver a casa, el ritual de sacar toda la mercadería con cuidado, lavarla con agua y lavandina y dejarla al sol “por las dudas” ya se hizo rutina.


Las charlas habituales se volvieron videollamadas, encontré cursos para seguir aprendiendo, retomé el canto y hasta tuve ese primer día del último año de la facu… aunque virtualmente, obvio.


La cuarentena me agarró bastante mal parada pero sin dudas me estabilizó.


A lo mejor, esto es todo lo que necesitamos para empezar un mundo nuevo, más solidario y empático. A lo mejor, no es tan malo como parece. A lo mejor, no estamos tan presos como pensamos.


18 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page