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“Nunca vas a ver a alguien con una vida tan loca como la mía”

Son las 8, la matutina ya salio, hay que abrir el negocio, desayunar y poner en cartelera todos los números que salieron. Seguramente va a ser un largo día. Habrán entrado unas 100 0 150 personas en el día. Sin embargo enredada entre papeles y usando un poco la computadora los atiende muy entusiasmada.

La vida no fue fácil en 1940, y tampoco lo es ahora, pero esa esencia que te hace querer de tu vida “algo más”, ser “diferente”, es la marca personal que varias personas llevan consigo siempre.

Claro que era otra realidad vivir en el campo, la vida estaba rodeada de verde, de tareas campestres, de cocina casera y leche recién ordeñada. Hilda María Elba fue la cuarta de sus seis hermanos.


"La mamma y la casa de campo"


-La “mamma” llego de Italia en el 1922, imaginate no pegaba una palabra. Mi papá nació acá porque sus padres habían venido de Italia y lo tuvieron en Argentina, la verdad que no sé cómo se conocieron, porque a la mamma no se entendía nada (risas).


Hilda siempre se caracterizó, por seguir muy poco las reglas y tener muchas cosas por contar. Siempre piensa que las cosas podrían ser de otra manera y por supuesto que ella siempre es la mejor. Hoy con sus 75 años todas los sábados a la noche, elige su mejor pilcha, se plancha el pelo, se maquilla lo suficiente “para aparentar unos cuantos años menos”, se perfuma y nunca pero nunca se deja en su casa las ganas de disfrutar.

Conoció a muchos pretendientes a lo largo de todas sus pasadas por los bailes, fiestas y boliches. Sin dudas, no es lo mismo comparar un “baile” de ahora y uno de antes, pero ella es una de las pocas privilegiadas que puede contarlo en persona. Y afirma que los boliches modernos son mucho mejores.


-Al baile íbamos generalmente dos o tres veces al año, nos llevaba papá y muy seguido nos empantanabamos, los caminos tenían mucho barro y a veces ni llegábamos. Generalmente íbamos toda la familia. Empezaba a las 21.30 y duraba más o menos hasta 4. Mi mamma siempre llevaba al Tucci, que era bebé, ¡hacía un frío! y me acuerdo que le ponía una manta larga. Cuando yo era chiquita e íbamos en verano, siempre me encontraba con una amiga, y mientras mis hermanas más grandes bailaban en la pista con sus novios, nosotras nos escapabamos afuera del predio porque había juegos. Primero eran juegos como el sube y baja, hamacas y después ya tenían la calesita, y el gusanito, así como un parque. Los bailes se hacían por ocasiones especiales, por ejemplo reyes, navidad, año nuevo. Pero hay uno que siempre me acuerdo, “el baile de la clase de coescrito” se hacía para recaudar fondos para los chicos que tenían que ir al servicio militar.


Junto con Inés, su hermana mayor (la tercera para ser precisa), mi abuela, recuerdan a la mamma con muchas risas, rememoran buenos recuerdos y nunca les falta ni una anécdota para contar. Seguramente fue uno de esos aparatos que uno no siempre tiene la suerte de coincidir, pero sin dudas, cualquiera que escuche sus historias hubiese querido conocer a la famosa y renombrada mamma. Si bien son muchos hermanos, ellas dos siempre son compañeras de aventuras y vacaciones porque sostienen que Nélida (la segunda), está perdida y que habla como una radio sin parar. Con sus miradas melancólicas recuerdan la vieja casa, la del campo, a unos kilómetros del pueblo (Marcos Juárez).


-Nosotros teníamos una casa con piso de tierra, la levantaron mis padres, con lo que pudieron en aquel entonces. Tenía tres ambientes y una hermosa galería. Lo que sí, se inundaba siempre porque tenía un bajo. La mamma y mis hermanos más grandes tenían que levantar los muebles y yo con una hermanita, que nació después de mi, pero a los pocos años falleció, nos poniamos arriba la mesa porque el agua casi que nos tapaba. Teníamos dos piezas, los más grandes dormían en una, y yo junto con mi hermanita, en la pieza de nuestros padres en una cama para las dos.



Una realidad sin autos, sin computadoras, con poca comunicación, el reloj pasaba lento, sin los sonidos de la ciudad y con la cálida compañía del sol, esto es todo lo que se refleja en mí cuando hablan de ese mundo tan desconocido para algunos. Lejos de estar gran parte del día en una pantalla, el día al día era otro y las tareas se reducían a una sola cosa: las de campo.

Mientras los más grandes se encargaban de hacer las tareas más difíciles a los más chicos le tocaba cuidar a los animales, pero no todo es color de rosas en un lugar, donde a pesar de todo, está plagada de ellas.

Aunque Hilda recuerda a su madre, siempre con mucho amor, es capaz de darse cuenta de ciertas “injusticias” que le hacían ruido y hoy en en día lo cuenta con un tono resignado.


- Emilio, mi hermano mayor trabajaba en el campo e Inés y yo cuidabamos a los animales, sobre todo a las vacas. Teníamos que sacar agua con un tacho volcador y luego llevarlas al pastoreo. Pero eran tantas vacas, que la comida no alcanzaba, entonces juntaba pasto seco y a la tardecita noche mi hermano me acompañaba así yo se lo daba. ¿Pero sabes que hacia?? Siempre fue malo! A mi, con 9 años me hacía ir caminando abajo para que guíe a los caballos que tiraban el carro y él iba arriba dirigiendo y dandole pasto a las vacas. Los animales, muy desesperadas por el paso se me venían encima, tenía mucho miedo que me aplastaran. Un día muy cansada me escape. ¡Para que!! Solte los caballos empecé a correr sin rumbo en el campo; él en vez de atajar a los caballos, me saco a correr con una horquilla. De la desesperación que tenía empecé a saltar alambrados y a correr cada vez más rápido, hasta que vi la puerta de una casa vecina abierta. Por su puesto entre, esa gente me ayudó a llegar a mi casa con mi mamá. Nunca me voy a olvidar, le dijeron “acá tiene a su hija, se salvó porque cayó acá sino su hijo la mataba” Cuando la señora se fue, mi mamá me reventó la cara de un sopapo, porque “la hice pasar vergüenza”



La mujer del fondo y a la derecha: la "mamma"



Suena el teléfono, Hilda atiende:

- Hola! Sí, bueno qué número quieres jugar? Para la quiniela de Córdoba y a la cabeza, perfecto (habla con el teléfono agarrado el hombro mientras anota) Hasta luego. Esta quiniela me a volver loca.


"Sus primeras experiencias"


Cuando estaban en el campo, la educación era algo incipiente, seguramente en una ciudad estaba mejor preparada pero las escuelas de campo hacían lo que podían con tantos chicos. No había secundario se podía completar hasta el primario, todos los niños de todos los grados iban a una sola aula y había dos o tres “maestras” para ayudarlos a todos.


-Me acuerdo que agarramos el sulqui y partíamos. Nos enseñaban a leer, escribir, cómo hacer buena letra y además a no salirnos del renglón. Cuando ya éramos de grados más grandes nos tocaba ayudar a los más chiquitos. Las materias que recuerdo que teníamos eran lenguaje, matemática, geometría, historia y actividad física, a mi lo que mas que costaba ortografía.


Costumbres, modos, hábitos, formas de tratarse y de ver la realidad distinta. Simplemente un mundo diferente: el de antes. Actualmente, por más que haya costado, la libertad de expresarse sin miedo, de vivir sin tapujos es mayor. Si hay algo que caracteriza al pasado es la censura. Una censura, que avergüenza, que calla, que te da incertidumbre y hasta miedo. El no saber que puede llegar a pasar, (aunque en el panorama actual estamos viviendo algo muy parecido), pero sin dudas hubo avances en el terreno de la comunicación y los avances científicos.


-Y mira, nosotros eramos 6, Emilio, Nelida, Inés, yo, Nelly y el Tucci. Cuando yo tenía 4 o 4 y medio mas o menos, con mis hermanos un día, empezamos a sentir unos gritos como de un bebé llorando en la pieza de mis padres, ¡mi mamá había tenido un bebé! Antes no nos avisaban nada, nos dabamos cuenta que teníamos un hermanito porque la mamma al día siguiente aparecía con un bebé.


-Y pero no le veían la panza?


-Nono, porque sobre que mi mamá ya era gorda, se ponía vestidos anchos, se la tapaba. Así nos enteramos que nacía Nelly. Éramos muy amiguitas, nos gustaba jugar juntas. Cuando cumple 4 años, se enferma, creo que le descubren un tumor en el riñón porque orinaba sangre. Entonces la llevan a Rosario, mamá y papá se van con ella porque la tenían que operar y me dejaron en casa junto con mis hermanos. Yo no entendía qué pasaba; a los días mi papá me vino a buscar, para que la vaya a visitar, nos queríamos mucho, estaba internada, la habían operado hacía muy poquito. Entonces, yo me quedé a dormir con ella, ahí en la camilla, y cuando nos levantamos ¡no estaban, ninguno de los dos! Me acuerdo que yo daba vueltas por ahí, las dos solas yo con 8 años, y con mi hermanita de 5. Nunca se me va a borrar de la mente, que como estaba internada en el segundo piso, yo me asomaba de la ventana y veía un monumento de una carreta con un caballo, no se si esto estará en Rosario todavía. Al rato, pasó una enfermera y le pregunte donde estaban papá y mamá y ella me dice: buenas noticias, ¡nació un hermanito! Nosotras nos queríamos morir de alegría, porque no sabíamos nada que que estaba esperando un bebé, estábamos muy felices. De todas formas, no sabía que ella tenía algo grave, ni me imaginaba. Pero a mi mamá, de lo mal que estaba, se le adelantó el parto, por los nervios y la tristeza así fue como nació el Tucci 1 mes antes.

9 meses después Nelly se volvió a enfermar, y murió a sus 5 años. Hasta algunos años después de su muerte, cada vez que mi papá llegaba en auto, yo me imaginaba que la traía para jugar conmigo.



Hilda es la niña, a su lado esta Nélida. La de blanco es Inés, y el niño el Tucci.


"Las desgracias y su primer amor"


Cuando terminó el primario en el campo, pensó que quería hacer de su vida algo más, entonces pidió una moto para poder trasladarse. Y así fue como con 14 años iba y venía del campo a la ciudad (Marcos Juárez) en una Siambretta y cursaba algunas materias libres como: ortografía, taquigrafía, mecanografía, tenedora de libro (contabilidad actualmente).

Feroz por querer dar los primeros pasos en la vida, sus hermanas se habían empezado a casar, y ella todavía viviendo en el campo conoció a su primer amor.


-Iba a la casa que Nélida tenía con su marido, y siempre iba un chico que a mi me encantaba, a este muchacho yo ya lo había fichado. Entonces mirada va, mirada viene quedamos en encontrarnos en el baile. Yo tenía una barra de chicos que me seguían, pero a mi me gustaba él, y los otros le tenían bronca, y me querían sacar a bailar, y como yo quería bailar solo con Juan Agustín, le sacaban una cuarta de nariz. Había un baile de la clase, de coescrito para los chicos que tenían que ir al servicio, entonces se reunía esa clase y hacían un baile para recaudar. Y ellos pedían que yo vaya para que sea la reina de la clase. Me acuerdo que las candidatas teníamos que pasar de mesa en mesa para vender votos, pero yo no lo hice, me quedé con él toda la noche, pero ellos me postularon igual y de la bronca que tenían que yo estaba con él me hicieron salir tercera.



Juan Agustín

Ya sólo habían quedado viviendo en la casa de capo, junto con sus padre, Inés, Hilda y el Tucci. Tenía planes de casarse con Juan Agustín. Siempre cuenta que se veían cuando podían, cómo podían cada 15 días. Describe esta historia como ese tipo de amores imposibles.


-Él jugaba al fútbol, un día se golpeó la rodilla, y como el golpe se le complicó lo llevaron de urgencia a Rosario. Yo no sabía que había pasado y me llamaron sus tíos desde Rosario para que vaya que me quería ver antes de que lo operaran. Mi mamá me puso mala cara cuando le dije que iba a Rosario porque tenía 18 años, pero yo fui igual. Cuando llegué, ya estaba en cirugía y me entere que le estaban cortando la pierna porque se le había hecho un tumor. Apenas llegué, los tíos me contaron que él me quería ver si o si. Cuando terminó la cirugía, el estaba anestesiado, casi dormido, no veía y la tía le dijo “mira aca esta Hilda”, y él dice “No, es mentira porque nunca llegó”, cuando le di la mano, el me conoce y dice “Sí, es ella!” y al ratito me dijo “Mirá, ahora vas a tener un novio sin pierna” y ahí no me soltó más hasta quedarse dormido. El se lo tomó un poco mal a lo de la pierna, pero yo le decía que no importa que con una pierna ya era suficiente (risas).


Por su enfermedad tenía que viajar mucho, y se tuvo que mundar al pueblo, por supuesto no le faltaba ocasión para visitarlo. Al tiempo él se fue a Buenos Aires a ponerse una pierna ortopédica y a practicar caminar con ella, las cosas ya estaban bastante bien.


-Entonces apenas llegó, me pidió compromiso y me dijo que se quería casar conmigo. Mi papá me decía que espere que para casarse había tiempo, que por ahora me comprometa. Entonces organizamos en mi casa de campo, un compromiso muy lindo, con toda la familia, decoración, comida, damas de honor que nos entregaron las alianzas, estábamos muy ilusionados e íbamos a organizar un casamiento. Ahora me doy cuenta porque mi papá me decía que espere para casarme. Un año después volvió a estar mal. Yo ahí me di cuenta que se iba a morir. Murió un 20 de octubre. Tres meses antes ya estaba casi en coma, en la cama. Yo estaba todos los días sentada al lado de la cama porque cuando abría los ojos él quería que yo esté ahí, le gustaba verme porque tenía mucho miedo y yo lo acompañaba, lo calmaba, anda a saber, pero era muy lindo lo que sentíamos cuando estábamos juntos. Estaba tan mal, que me pelie con el doctor que lo atendía, porque yo sostenía que era su culpa por haber dejado pasar mucho tiempo. Después entendí que son cosas de la vida. En esos tres meses que estuvo en coma, mi hermana Inés se casó, yo fui un rato a visitarla al civil, pero no fui a la fiesta de lo amargada que estaba. Dos años estuve así.



El compromiso


"Un nuevo comienzo"

Cuando logró sentirse mejor, se fue un tiempo a vivir a Buenos Aires, y luego a Camilo Aldao con sus primas. A la mamma siempre le gusto conocer sus novios, y en ese lapso de tiempo fueron bastantes. El problema no era la cantidad, sino que su mamá siempre se encariñaba con alguno y se la hacía muy difícil soltarlos. Siempre recuerda la anécdota del muchacho de la orquesta. Con un aire de anhelo en su cara dice:


-Ves, con ese me podría haber casado, yo la pifie ahí. Pasa que yo no podía sentir nada por nadie, y encima eran medios parecidos.


Según sus recuerdos este muchacho era muy buen mozo, tenía una buena posición y una orquesta llamada “La juventud”. Tocaba todos los domingos en un bar y ella nunca faltaba.


-El tocaba el acordeón y a la mamma ¡como le gustaba!


Como no era de Marcos Juárez, una noche la familia lo invito a pasar el fin de semana junto con su hermana, que era su amiga. Entre charlas y comidas, Hilda junto con su amiga organizaron para ir al baile, en el cual su barra de amigos (varones) la estaban esperando para bailar:


-”Mira que yo me voy a ir al baile”, le avisaba


-”Bueno vaya vaya, yo voy después”- me lo decía pensando que yo le mentía


-”Mira que voy a bailar toda la noche con mis amigos”. Me fui nomas, y asi fue como bailaba y en una de esas, llega él, me ve, y le agarro una amargura tremenda. De la tristeza que tenía, porque yo bailaba con otros, se emborrachó, y fue a contarle a mi mamma lo que yo hacía. ¡Para que mi mamá! me quería matar, sabes lo que me dijo: “como vas a dejar a ese buen muchacho que toca el acordeón, con lo que a mi me gusta” (entre risas) claro, ella lo quería porque tocaba el acordeón.



Hilda con su sobrina e ahijada Silvia (mi mamá)



"El mal paso"


Una vez soltera nuevamente, estudió mecanografía, se recibió. Al tiempo se compró 10 maquinas, pasó por tres novios distintos y se puso a dar clases. Encontró la fortuna (o no tan fortuna) al tiempo que dejó a Roy, “con ese estuve como 7 años, pero porque me ganó por cansancio” y se enamoró de Carrasco. Su perdición. Se casaron. El problema no era él, sino sus manías.


-Una vez me apareció con tres autos, ese Carrasco si que era loco.


Vivián los dos en una casa en el pueblo junto con la mamma. Para aquel entonces su padre ya habría fallecido.

Luis Carrasco se dedicaba a apostar, con caballos, su vida era la timba, vivía solo de eso. Su trabajo empezaba todos los días a las 15 hs en el Jockey club, cuando arrancan las apuestas. Después de haber dormido hasta las 12 am, almorzaba y se preparaba para probar suerte.



Casamiento de Hilda y Luis Carrasco


- La mamma estaba indignadisima, nos peleabamos como perros y gatos en esa casa, imaginate que ella todavía tenía el chip del campo, y quería que apenas salga el sol nos levantemos. Siempre me acuerdo que lo quería hacer madrugar para que haga algo, pero no había forma.


Cuando su padre fallece, sus dos hermanos se quedan toda la herencia. No repartieron nada entre su mamá y hermanas. Entre medio de abogados y peleas Hilda decidió enfrentar al patriarcado. De todas formas con su hermano mayor, Emilio, ya se hablaban poco y nada.


-Mi papá estaba enfermo, yo había dejado la mecanografía y me puse a coser. Nadie me había enseñado aprendí sola, me convertí en modista. Con lo que ganaba le pagaba los medicamentos y mis hermanos no nos daban nada del campo.


-Como los enfrentaste?


- Cuando falleció mi papá los agarre y les dije “a mi me dan mi parte si o si”, mis hermanas no la reclamaron, ellos no estaban tan convencidos, pero me dijeron que solo me darían lo mío y agregue “pero a ella (mi mamma) también se la dan”, pegaron media vuelta y se fueron. Claro que no le dieron nada, al tiempo se pelearon entre ellos dos y dividimos todo.


Pero las cosas se pusieron peor aún, en el año 1992 la mamma fallece, las cosas con Carrasco no estaban bien y se quedan sin casa y por poco que se funde. Asegura que este hombre fue el problema que desató todo. Pero el otro gran problema era que ella lo daba todo por él. Emitió cheques ilegales, pidió plata a todos para las apuestas. Al tiempo tuvo que hipotecar su campo, su marido fue visto con una menor de 15 años. Después de 12 años, de amor, de sufrimiento y de juego, se divorció.



"Salió el 31 a la cabeza significa la luz"

-Me puse la quiniela porque ya estaba cansada de coser, tenía ganas de hacer otra cosa. Nunca estuvo en mis planes tener hijos, pero también yo me agarraba a cada uno, y ahora que pienso es la mejor decisión que tome. Me ayudo bastante trabajar ahí, mis hermanos estaban enojados conmigo, pero me apoyaban. Viví un tiempo en la casa del Tucci y después me pude comprar la casita que está atrás del kiosco. Primero la quiniela era clandestina, a la noche también me dedicaba a vender bebidas alcohólicas en el negocio. Después se prohibió. Y en 2002 me puse la quiniela oficial.


Pero por más que una y otra vez, diga que está cansada, ella lo sigue haciendo, porque en fondo, todos saben que ella es así, le gusta enredarse con los números, no para y no va a parar.

Hilda siguió saliendo, yendo al casino, teniendo más novios (aunque parece que ahora se canso del amor), de vez en cuando cuando siente que alguna pilcha que solía usar “no da para que se lo ponga ahora”, se lo regala a mi mamá o a mi. Le gusta juntarse los domingos a comer un asado y contar sus historias. Pero ya son las 20.45 las loteria cierra y a las 21 se hace el sorteo, entonces publica los números, los pone en la vidriera, anuncia los premios y por último tiene que acomodar la caja, así al día siguiente empieza de nuevo.

Mientras acomoda me mira y me dice: “Vos también elegiste a alguien más complicada para hacerle preguntas, nunca vas a ver a alguien con una vida tan loca como la mía”






Sofía Della Ceca





















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