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No hay planeta B

Conocemos el problema y también la solución, solo somos una especie más que depende del ecosistema, incluso hasta el elemento más microscópico puede jugarnos una mala pasada.


Fuente: Pinterest


La naturaleza se puede poner en contra nuestro, eso no es nada nuevo. A lo largo de los siglos las civilizaciones y el mundo más avanzado ha sufrido diversas catástrofes, pandemias, tsunamis, erupciones volcánicas, inundaciones, como las más diversas oscilaciones climáticas. Es probable que cuando hay una catástrofe de este tipo en alguna parte del mundo se recuerde con angustia y se sienta pena por las partes afectadas, pero luego seguimos con nuestros quehaceres, sin hacer una sola pregunta o replantearse porque ocurren estas situaciones. ¿Qué tan naturales son? o mejor dicho ¿Hasta qué punto podemos librarnos de toda la culpa por lo que ocurre?


Somos seres de impacto, cada una de nuestras mínimas acciones deja una huella. Mucho se ha odio hablar sobre la “huella ecológica” o cómo se mide. La huella ecológica es una estimación de la tasa de utilización de los recursos naturales en función de cada estilo de vida. Es posible definir un tipo de estilo de vida que genere una huella ecológica sostenible, es decir, que no supere la capacidad de carga del Planeta si se generaliza a toda la humanidad. La estimación y análisis de la huella ecológica individual y colectiva, por lo tanto, puede ser una poderosa herramienta para avanzar a un uso sostenible de los recursos naturales. Esta medición da un panorama muy realista: todos somos responsable de lo que sucede.

Cada día, cuando todo funciona correctamente según las reglas de la sociedad en que vivimos, emitimos miles de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Partículas contaminantes, gases tóxicos, una polución que según multitud de estudios causa en nuestro país cientos de miles de muertes prematuras al año, y millones en todo el mundo. Una atmósfera irrespirable que nos mata poco a poco y a la que en alguna ocasión que otra se ha decidido ignorar. Además, el COVID-19 podría haber aprovechado muchas de las afecciones que provoca para hacer aún más daño.


La crisis que vivimos puede ser tomada como sanitaria y económica principalmente, pero sin dudas se le suman dos grandes componentes como la globalización y el cambio climático más todos los problemas ambientales que la atañe. En el último tiempo, muchos países pedían una “salida verde". Estos nuevos retos son las políticas públicas que se pondrán en marcha para hacer frente a la crisis del 2020 con la vista puesta en el futuro. Para la reconstrucción económica ya se han puesto en manifiesto los primeros paquetes de medidas públicas para afrontar esta situación.


Muchas voces reclaman, que esta reconstrucción se haga sobre una base sostenible, social, económica y medioambiental, pero sobre todo sostenible, que nos permita salir con una situación mejor de lo que empezó. La clave está en las ayudas condicionadas, es decir, determinar estímulos para un comportamiento determinado y adecuado sobre compromisos ambientales y sociales. Estamos en una emergencia climática y hay que avanzar por una senda cada vez más verde. En cuanto lo que respecta a compromisos sociales, la crisis dejó en vista precariedad social en un porcentaje muy elevado de la población, sin dudas es una gran meta cerrar esa brecha. Las ayudas que se otorguen se pueden subordinar a tecnologías limpias, energía renovables, ayuda a sectores emergentes, fomentar el reciclaje y la economía circular, apoyo a actividades de bajas emisiones, etc. Esto no significa que haya que excluir a los sectores tradicionales, intensivos en mano de obra, pero sí hay que impartir condiciones, tanto por parte de los ciudadanos como del gobierno, porque de no ser así, se va a impedir el cambio y la transición a un nuevo modelo económico más sostenible. Es necesario reclamar ciertos compromisos, no para perjudicar a ciertas empresas o sectores, sino para buscar otros caminos, que a fin de cuenta, no nos termine perjudicando a nosotros.


Otras crisis económicas del pasado solo han tenido un efecto temporal en las emisiones y, una vez terminadas, los motores han vuelto a quemar petróleo y sus derivados y las medidas sostenibles pasaban a último plano como suele suceder. Por desgracia, la consigna de salida verde no está siendo la norma general: Estados Unidos y China están rebajando sus controles ambientales, dándole prioridad a una economía insostenible. Quizás ahora pueda ser el momento perfecto para aprender de nuestros errores del pasado y salir de la crisis sanitaria, pero también de la climática. Ambas se cobran miles de muertos y son capaces de poner en tela de juicio a nuestra sociedad, y a nosotros mismos invitándonos a pensar, cuáles van a ser nuestras acciones de ahora en adelante. En estos momentos es importante recordar que todo suma y nunca es tarde para empezar a pensar y actuar (en lo que se pueda) con una lógica verde. Hoy más que nunca el planeta necesita que seamos solidarios y aportemos nuestro grano de arena.

Ser solidario, implica renunciar, ¿qué estaríamos dispuestos a dejar de lado, para dar paso a esta salida verde y la salud global del planeta?



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