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Juan Bautista el artista

Actualizado: 18 jun 2020

Por Francisco Quatrin

La historia del forjador del Museo de Bellas Artes de Rosario. Un visionario de la época que marcó a una ciudad.



Eran principios de julio en Buenos Aires, Juan Bautista se preparaba para una entrevista que al día siguiente tendría con comerciantes. El objeto en cuestión era una alfombra proveniente de la India. Frente al lavatorio, con su afeitadora se ponía a punto para el encuentro próximo. Mientras se rasuraba la barba,un insignificante corte en cuello condenaría su vida. Juan Bautista no brindó atención y dejó que cicatrice de forma natural. Las alfombras eran polvorientas, esas obras de arte quizás iban a formar parte de su colección. Al finalizar el vistazo, sin lavarse las manos, rascó la herida del cuello, provocando una infección letal. Eran los 20 en la Argentina y los antibióticos aún no existían. La plaga se extendió por el cuerpo a tal punto de generarle una septicemia que lo llevó a la muerte en el contar de pocos días. El 17 de julio de 1925, falleció uno de los más ilustres rosarinos, Juan Bautista Castagnino con solo 41 años y lejos de amor natal.


Pimer hijo de Don José Castagnino, comerciante del puerto de Rosario y Doña Rosa Tiscornia. Nacía el 23 de abril de 1884 en la ciudad costera del Río Paraná. Mucho se desconoce de su vida hasta el año 1907, cuando comenzaba su carrera dentro del arte. No era artista, era amante de las obras de los pintores. Tenía un interés profundo en el arte barroco y eclesiástico que provenía de Italia, obtuvo las primeras por esos años. Por contactos de su padre y por sus viajes a Europa y por intermediarios o por adquisición sin nadie de por medio comenzaba a gestar su colección. Visitaba las grandes galerías y museos de aquellos tiempos en busqueda de arte y en interés por las obras del siglo XVII se despertaba en aquellas excursiones. Iba por subastas e intentaba pujar para conseguir la pintura en cuestión o compraba de manera directa. Tenía un ojo delicado, casi perfecto para seleccionar pinturas. Además, había heredado por parte de su padre una habilidad comercial que él aplicaría a la hora de la compra del arte.


Su período de gracia con Europa finalizó en 1913 en el preludio de la guerra, cuando tuvo que restringir su mirada hacia un ámbito más localista. Se centró en ese entonces en conocer al arte de otra forma, se encontró con lo contemporáneo. Artistas argentinos y rosarinos acrecentaban su haber. Fue uno de los primeros compradores de las obras de Berni. Así, Juan Bautista, se forjaba dentro de la vida de las pinturas nacionales y sin perder nunca el gusto.


Formaba parte de un grupo de jóvenes dedicados a su materia. Se reunían frecuentemente en la biblioteca Álvarez en Rosario. Discutían del arte y de cómo introducirlo en la sociedad de aquel entonces. Se hacían llamar Asociación el Círculo. En ese entonces las obras artísticas quedaban al alcance solo para una élite reducida. Por esa razón, en 1917 inauguran el primer salón de arte en Rosario, calle Santa Fe al 850, entre Maipú y Laprida. Él era un personaje activo y frecuente en las exposiciones del pequeño salón, donde se exhibían las obras de su propiedad y las de los demás integrantes del grupo. En esos tiempos su casa era una especie de anexo a aquel lugar de calle Santa Fe, cada persona que quería apreciar u oír de arte tocaba su puerta y él exponía las pinturas que decoraban su casa.


El salón de calle Santa Fe se convertiría en el Museo de Bellas Artes en el año 1920, con una ya conformada comisión con nombre homónimo. Comenzaron los concursos para la adquisición de obras que se sumarían a las ya expuestas. Castagnino se convirtió en el Tesorero del comité, debido a sus habilidades para estimular a particulares e instituciones para que donen sus obras y acrecentaran el caudal de pinturas del Bellas Artes. Su prestigio crecía y en 1923 llega a la presidencia de la Comisión. Buscaba una evolución en el salón hacia lo contemporáneo. Se propuso legitimar el arte nacional y de la ciudad en un mundo donde dominaba lo europeo. Además, tenía una especial dedicación a la popularización del arte, buscó incesantemente la iniciación del público y de artistas en la historia del arte europeo. Alguna vez, al comienzo de su gestión, realizó la Exposición de Arte Retrospectivo, donde exhibió todo su patrimonio artístico y el de sus padres. Lo hizo para demostrar hacia dónde iba el rumbo del arte, el camino a seguir para los rosarinos, y seguir su misión de divulgación. Su mandato continuaría hasta el año de su fallecimiento.


Eran sus últimos días cuando en sus terminantes suspiros dio las precisas instrucciones de construir un museo dedicado exclusivamente al arte. Esa acometida fue llevada adelante por su madre, Rosa Tiscornia, quien donaría la fortuna de su hijo para su construcción. El acometido tardaría ocho años en hacerse. Los arquitectos Hilarión Hernández Larguía y Juan Manuel Newton, fueron los encargados de la misión. El Museo de Bellas Artes se inauguró el 7 de diciembre de 1937 en la esquina de Oroño y Pellegrini, llevando el nombre de su pensador. Toda su obra sería donada al museo luego de la muerte de su madre años luego de la inauguración. El poeta Emilio Ortiz Grognet, alguna vez dijo sobre Juan Bautista: "Para el arte nuestro, el arte nacional, constituía una esperanza radiante".


Francisco Quatrin



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