top of page
  • Foto del escritorSofi

Derecho o delito pero la medicina se planta

“Hay que actuar en beneficio de toda la población y libre de prejuicios” Rafael Camacho Solís


El cannabis medicinal es un producto innovador y cuestionado por la sociedad. A su vez, muchas personas lo utilizan para el tratamiento de la enfermedad que padecen, por lo que su reciente legalización constituye un beneficio. Es importante que la sociedad conozca las propiedades favorables del cannabis para el tratamiento de enfermedades. Además, para que no haya prejuicios sobre su uso terapéutico y estén dispuestas a utilizarlo si alguna vez lo necesitan.

El cannabis medicinal se refiere al uso de la planta cannabis sativa y sus cannabinoides -compuesto químico propio de la planta- tales como tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD) como terapia médica para tratar algunas enfermedades o aliviar determinados síntomas. El THC provoca un efecto estimulante y eufórico, y el CBD, cancela los efectos del THC, y provoca un efecto relajante hasta sedante. Esta planta contiene más de 400 compuestos de los cuales más de 60 son farmacológicamente activos.

El cerebro y el sistema nervioso contienen muchas estructuras diferentes de mecanismos biológicos, llamados sistemas receptores. Los mismos son lugares que reaccionan a sustancias químicas específicas produciendo efectos específicos (estas sustancias son llamadas neurotransmisores). Las acciones biológicas asociadas actualmente con los receptores de cannabinoides incluyen los efectos de la marihuana como analgésico, sobre la memoria y cognición, sobre la función locomotora, el sistema endocrino y otras funciones centrales como la termorregulación (disminución de la temperatura corporal), la actividad frenética (alteraciones del pulso, taquicardia), supresión de las náuseas y vómitos, y disminución de la presión intraocular. Están comprobado que sus efectos positivos sobre enfermedades como: cáncer, epilepsia refractaria, ELA (esclerosis lateral amiotrófica), parkinson, fibromialgia.

Hay un debate a escala mundial como consecuencia de su legalización con fines recreativos en Uruguay y Canadá. Esta medida, en contraposición al enfoque coercitivo adoptado tradicionalmente por Estados Unidos a nivel federal, pone de manifiesto las diferentes posibilidades legales para regular la producción, consumo y tráfico de esta droga tan popular como denostada.

Son muchos los países que la han despenalizado y legalizado para uso médico y algunos recreativos como Reino Unido, República Checa, Chile, Jamaica, Croacia, Brasil y Dinamarca (sólo autorizaron la prescripción médica), Puerto Rico, Colombia, Corea del Norte y España.

En el caso de Argentina, el uso del cannabis medicinal para tratar determinadas enfermedades, es ley desde el día miércoles 29 de marzo de 2017. Se trata de la primera legislación que reconoce las propiedades terapéuticas del cannabis. Por consiguiente, el Senado de la Nación le dio sanción definitiva, sin debate y por unanimidad, al proyecto que regula la investigación médica y científica del uso médico, terapéutico o paliativo del dolor de la marihuana, autoriza su importación y habilita a dos organismos del Estado a cultivar plantas para proveer a los usuarios. Sin embargo, en cuanto al acceso a la planta y sus derivados, la ley aprobada es incompleta, dado que no autoriza abiertamente el cultivo personal, colectivo o solidario, siendo las principales vías de aprovisionamiento para los usuarios medicinales. Por otro lado, sí se autoriza el cultivo de cannabis por parte del Conicet y el INTA con fines investigativos y para elaborar la sustancia destinada al tratamiento.

Ahora bien, teniendo en cuenta el alto costo del aceite y ante la situación de familias que lo requieran y no tengan los recursos disponibles, la ley no permite que puedan acceder desde otro lado penalizando la posibilidad de cultivar para fabricar su propio aceite o medicina. Hay que tener en cuenta que es una cuestión de salud pública, por lo tanto debe llegar a quien lo necesite y lo quiera probar como una opción para lidiar con su problema. El Estado por un lado avala su carácter medicinal y por otro las investigaciones que se llevan a cabo son muy reducidas dado que solo estudian su aplicación para personas que padezcan epilepsia refractaria. Mayormente su compra se hace en el mercado negro con precios más accesibles que los que se proponen desde el gobierno. Al mismo tiempo hay muchas organizaciones de madres, que promulgan el autocultivo y enseñan todas las herramientas necesarias para poder iniciarse en este camino alternativo que sus hijos necesitan. Es inquietante que ningún médico esté autorizado para fabricarlo ya que sería algo sumamente lógico que un experto en medicina pueda hacerlo fácilmente por sus conocimientos farmacológicos.

Bajo el pretexto de sus supuestos efectos negativos en la sociedad, como la inducción al crimen, la violencia o la locura, se generalizó un sentimiento de repudio hacia la marihuana a pesar de su probado uso médico, lo que favoreció perpetuar el estigma a consumidores e incrementar su marginalidad.

Es verdad que el uso de la marihuana no se restringe sólo al ámbito médico; en muchos sitios se consume con fines recreativos desde hace décadas. Un objetivo que persigue la legalización tanto de su cultivo como de su venta es que se rija bajo una legislación. Así poder evitar el contrabando y asegurarse que las concentraciones activas de la marihuana legal no superen el 5 %. Es decir, quien la consuma se hará menos daño que con la que está normalmente disponible. Además de controlar el comercio hacia menores de edad, y personas que no puedan consumir. Hay miles de presos equivocados por consumo y portación de marihuana: no narcotraficantes peligrosos, sino portadores de pequeñas dosis que los vuelven reos de penas mayores. Si lo que se quiere evitar es el consumo recreativo en el siglo XXI, hay que tomarlo como una misión imposible. En gran medida este debate resurge desde el momento en que los Organismos Internacionales encargados del control y la lucha contra las drogas reconocen que la política aplicada hasta la fecha, basada en planteamientos restrictivos y punitivos, no ha logrado los objetivos planteados, es más, ha agravado determinadas situaciones.

Pero si se puede cuidar, visibilizando que hoy en día el consumo es cada vez mayor y a partir de ello prever qué se puede hacer a futuro.

Mientras tanto en Argentina falta mucha investigación, ya que los datos que se obtienen del tema son mayormente de otros países en los que el cannabis medicinal era legal desde hacía tiempo. Entonces si está “medianamente legalizada” para su uso médico, sería aún mejor que permitan su autocultivo para que llegue al alcance de todas las personas que la requieran y legalizar su consumo adecuado, cuidado y responsable. Finalmente la lucha contra el crimen organizado debe continuar siendo prioritaria, con medidas y estrategias político jurídicas adecuadas y globales. Por otra parte se debe potenciar la investigación científica que permita desarrollar programas adecuados de salud.

Es hora de empezar a hacer las cosas bien.


5 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page